miércoles, 1 de junio de 2011

SEMIOLOGIA PSIQUIATRICA. DR HUGO MARIETAN





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HISTORIA DEL CONCEPTO
a) Kurt Schneider

Kurt Schneider (1887 – 1967)

Schneider fue un hombre estudioso, reservado, que vivió en una era llena de catástrofes. Nació en 1887 en Crailsheim, Württember, Alemania. Estudió Medicina en Berlín y Tübingen donde tomó contacto con la psiquiatría a través de Robert Gaupp. Fue profesor de la Facultad de Medicina de Colonia. en 1931 ingresó como director del Instituto de Investigaciones Clínicas Psiquiátricas de Munich. En 1945 es Jefe de Psiquiatría y Neurología en la Universidad de Heidelberg y se retiró en 1955. Fue elegido como Rector en 1951/52 y le otorgaron  los doctorados honoris causa en leyes y teología y la medalla de oro Kraepelin. Fue un escritor meticuloso y conciso, acentuadamente cartesiano. Ha ejercido una marcada influencia en las ideas psiquiátricas europeas y sudamericanas, pero su tardía traducción al inglés hizo que su aporte aún no haya sido apreciado completamente por los influyentes escritores anglosajones.

La Psicopatía
En 1923, Schneider da uno de los sellos al problema y hace una conceptualización y clasificación de lo que es la personalidad psicopática, que continúa vigente.
K. Schneider(1) descarta en el concepto de personalidad a la inteligencia, los instintos y sentimientos corporales y la define como al "conjunto de los sentimientos y valoraciones, de las tendencias y voliciones", limitándolos al plano psíquico.
Para K. Schneider las personalidades psicopáticas son un subconjunto de las personalidades anormales (de acuerdo con criterio estadístico, o sea que los tipos puros son pocos), con la particularidad que sufren por su anormalidad o hacen sufrir, bajo ella, a la sociedad. Pero no por ello pueden ser nominadas como patológicas, y aún "la valoración de hacer sufrir a la sociedad es relativo y subjetivo: un revolucionario es un psicópata para algunos y un héroe para otros". En consecuencia no es válido realizar un diagnóstico al modo de las enfermedades. A lo sumo se puede mostrar, subrayar, destacar en ellos propiedades que los caracterizan de manera sorprendente, sin tener con ello en nuestras manos nada comparable a los síntomas de las enfermedades. Un psicópata depresivo es, simplemente, un hombre así.
Hay un determinismo en la concepción schneideriana de psicopatía, los psicópatas "tienen que llegar, más o menos, en toda situación vital, bajo todo tipo de circunstancias, a conflictos internos o externos. El psicópata es un individuo que por sí solo, aunque no se tengan en cuenta las circunstancias sociales, es una personalidad extraña, apartada del término medio". La psicopatía no es exógena, su esencia es disposicional, innata, en el sentido de preexistente a las vivencias. No por ello deja de anotar que toda personalidad se desarrolla, y en esto tiene su parte el medio ambiente. En consecuencia, las anomalías conductuales secundarias a alteraciones corporales (por ejemplo traumatismos en la corteza orbitaria anterior - investigadas entre otros por E. Welt, Kleist, Outes-Goldar, Isabel Benítez-), serían pseudopsicopatías.
Es decir, la psicopatía se manifiesta. Debe ser observada por los otros y esa conducta particular valorada como anómala en relación al término medio, y sufrir o hacer sufrir solamente sobre el eje de su anomalía (habría que re redactar esta frase). Esto no significa que el psicópata manifieste siempre su psicopatía, tiene oscilaciones periódicas. Kahn distingue distintos cursos episódicos, permanentes, periódicos y desarrollos psicopáticos. Aquí podemos puntualizar que tampoco la conducta del psicópata es toda psicopática, coexisten con ellas conductas adaptadas que le permiten pasar desapercibido en muchas áreas de su desempeño social. Esta integración conductual, adaptado/psicopático, que se constata con mayor frecuencia en las anomalías sexuales (donde lo psicopático se suele manifestar en la privacidad) se hace más difícil de ver cuando lo psicopático se expresa sólo en determinadas circunstancias o sobre determinado tipo de personas.

Los Tipos Psicopáticos
Schneider realiza una tipología no sistemática de las personalidades psicopáticas entre las cuales son posibles variaciones y combinaciones. Asimismo existen graduaciones, desde el simple ‘rasgo’ al ‘tipo acentuado’. Así, en su Patopsicología Clínica (2), los agrupa en:

a) Hipertímicos
Individuos con estados de ánimo fundamentalmente alegre, temperamento vivo (‘sanguíneo’) y activos. Pueden ser eficientes pero carecen de firmeza y profundidad, son poco confiables, con poco sentido crítico y fáciles de influenciar. Muestran un ingenuo sentimiento de suficiencia y son optimistas. Existen los hipertímicos excitados, sin ánimo alegre. Los hipertímicos son especialmente incluibles dentro del círculo psicopático en calidad de hipertímicos pendencieros o como hipertímicos pendencieros.

b) Psicópatas depresivos (PD)
Los PD sufren bajo un estado de ánimo depresivo, bajo una concepción pesimista, o por lo menos escéptica de la vida. Falta la capacidad para alegrarse ingenuamente. En todo se ve el lado malo, nada parece límpido. Las experiencias penosas se viven de un modo profundo y persistente y conducen a crisis. Los acontecimientos alegres no revierten estos estados. Si un impacto exterior negativo es superado, es reemplazado por nuevas preocupaciones, frecuentemente relacionadas a motivos muy lejanos. En estas personas una pena no acostumbra a ser ahuyentada por una alegría, sino por otra pena. El depresivo posee diversas máscaras y disfraces, a veces parecen alegres y activos. Muchos PD son infatigables, activos y serios cumplidores de sus deberes; mas no les alegra ningún éxito y todo reposo trae consigo el peligro de la irrupción de los fantasmas reprimidos. Algunos consideran sus sufrimientos como un mérito y una distinción con respecto a los que tienen una vida sencilla. Son de ‘cultivar’ lo pequeño, porque lo grande parece dudoso. Existen variantes melancólicas, personalidades blandas, bondadosas y al mismo tiempo tímidas y fáciles de desanimar, y variantes melancólicas malhumoradas, frías gruñonas, obstinadas, desconfiadas, irritables, criticonas; también existen depresivos malvados que se complacen en hacer daño. Aquí puede adoptar un aspecto fanático el pesimismo frente al destino: se siente alegría cuando las cosas marchan de nuevo mal.

c) Psicópatas Inseguros de sí mismos (PI)
Son personas con íntima inseguridad y con deficiente confianza en sí mismas. A veces sobrecompensan con aspecto exterior muy seguro, incluso arrogante, a veces llamativo. Esto pude aplicarse en las personas cuya seguridad radica en el propio físico o en el terreno de lo social. Los escrúpulos y  sentimientos de insuficiencia suelen repercutir en la conducta ética. Están siempre pugnando con remordimientos y escrúpulos de conciencia y se echan la culpa de todo cuando fracasan. Dentro de este grupo están los que Kretschmer llamó sensitivos, proclives a los desarrollos paranoides. Los PI  viven en constante temor de haber descuidado algo o de haber realizado algo mal.

d) Psicópatas anancásticos (PA)
Las ideas obsesivas desvalorizan. Frecuentemente existe un cambio constante de contenidos diversos, que continuamente retornan, y, de este modo siempre se halla una obsesión presente en la conciencia del PA. La angustia ante la posibilidad de que pueda surgir una obsesión permanente constituye también una obsesión. Esto hace que se adopte todo género de medidas de precaución y defensa, que muchas veces resultan incomprensibles y extrañas al observador. Los contenidos de las obsesiones dependen de la tendencia, las valoraciones y la biografía del sujeto. Tales ocurrencias obsesivas surgen a partir de un constante sentimiento de  culpa e insuficiencia propio de una personalidad insegura de sí misma. A veces está la sensación y no el contenido.  A una anancástica se la encuentra en cierta ocasión presa de la más intensa angustia y haciéndose autorreproches, al preguntársele de qué era lo que tenía que reprocharse  dice “¡pues no lo sé todavía!”. Hay presencia de impulsos y compulsiones.

e) Psicópatas Fanáticos (PF)
Presentan sentimientos sobrevalorados individuales, ideativos  o transpersonales, son activos y expansivos. El fanático personal querulante lucha por su derecho real o supuesto: el fanático idealista lucha o realiza manifestaciones a favor de su programa. Existen también fanáticos silenciosos, excéntricos, como sucede con algunos adeptos a sectas.

f) Psicópatas necesitados de estimación (PNE)
Son los que quieren aparentar más de lo que son. Son inauténticos y fatuos. Pueden mostrarse como excéntricos, con el fin de llamar la atención, adoptar un aspecto exterior llamativo u opinar ideas controvertidas. Son de autoalabarse, pueden referir  historias o representar escenas en que se realce la propia personalidad usando una profusa imaginación, si esta cualidad es intensa pueden caer en la pseudología fantástica (mitomanía): con el afán de representar un papel que le es negado en la vida real, el pseudólogo hace teatro ante los demás y ante sí mismo. Cuando el acento se pone en actuar para obtener un beneficio material estamos frente a un estafador. El pseudólogo no abandona el terreno de la realidad (no es un delirante). Los PNE al ser inauténticos tienen dificultad en relacionarse adecuadamente con los demás. Suelen idolatrar súbitamente a una persona para pasar rápidamente a la indiferencia o a la calumnia. Si uno deja de admirar a esta gente, pronto se les hace uno aburrido.

g) Psicópatas lábiles de ánimo (PLA)
Tienen rápidas oscilaciones de ánimo, a veces resulta difícil distinguir si son reactivos, si se hallan estos cambios psíquicamente motivados. Pueden tener acciones impulsivas como huidas o excesos de bebida.

h) Psicópatas Explosivos (PE)
Son excitables hacia el exterior ante el menor pretexto, irritables, fácilmente montan en cólera. Sus reacciones son primitivas en el sentido de Kretschmer. Cualquier palabra los hiere y reaccionan insultando y con violencia.

i) Psicópatas desalmados
Carecen,  o casi,  de compasión, vergüenza, sentido del honor, remordimiento, conciencia. Son con frecuencia de un modo de ser sombrío, frío, gruñón, y según sus actos: impulsivos, brutales, crueles. No hablamos aquí de debilidad mental moral. Los desalmados son fundamentalmente incorregibles e ineducables. Existen también los desalmados absolutamente “sociales”, naturalezas duras como el acero y que “caminan sobre cadáveres”. La inteligencia es frecuentemente notable en estos casos.

j) Psicópatas abúlicos
Son personas sugestionables, faltos de voluntad, fácilmente accesibles a la influencias. Inestables. Kraepelin los denominó inconstantes.  Moldeables: son como plumas al viento, hombres de temperaturas variables con el ambiente. Pueden ser guiados por los buenos pero también en otro sentido, como decía un padre: “ mi hijo es como una esponja absorbe todos los malos ejemplos de su alrededor.”

k) Psicópatas asténicos
Se sienten psíquicamente insuficientes, con escasa capacidad de rendimiento, de concentración, de memoria. Tienen vivencias de extrañamiento: todo el mundo perceptivo, el propio obrar, todo cuanto sienten, se les parece irreal, lejano, falso. Frecuentemente cosas sin importancia los acobarda. Otros sobrestiman los pequeños malestares y los amplifican. Se quejan de fatiga, insomnio, cefaleas, trastornos cardíacos, vesicales, menstruales y otros.

Conclusión
De acuerdo a mi análisis este exceso de  tipologías, en modo alguno significan ‘un diagnóstico’, son modos de ser. A las personalidades no se le puede colocar etiquetas diagnósticas como a las enfermedades o a las secuelas psíquicas de las enfermedades. A lo sumo cabe  mostrar, subrayar, destacar en ellos cualidades que los caracterizan de un modo acentuado, sin que por ello nos encontremos con algo equiparable a los síntomas de las enfermedades. Este destacar se realiza siempre desde un determinado punto de vista y no implica hablar de la totalidad de la persona en cuestión. Pueda que con el tiempo el concepto de psicópata pierda vigencia, como lo ha perdido el concepto de neurosis, pero eso ocurrirá con el nombre, no con el hecho.

Bibliografía
1)Kurt Schneider,  Las personalidades psicopáticas, Ediciones Morata, Madrid, 1980
2) Kurt Schneider, Patopsicología Clínica, Editorial Paz Montalvo, Madrid, 1975